Capítulo 4 - Halloween y viaje a Florida
15 de diciembre de 2021
Debo confesar que al principio no sabía cómo comenzar este capítulo, pero después se me ha ocurrido resumir los hechos que más tarde contaré en tres palabras: ilusión, desastre y caos. Creo que queda evidente que aquellas dos primeras semanas de noviembre fueron similares a una montaña rusa; con sus subidas y bajadas.
No podía faltar en mi año de intercambio uno de los días más famosos aquí, en Estados Unidos: Halloween. El 31 de octubre, llegué al instituto y, a diferencia de otros días como Pajama Day, encontré a bastantes compañeros disfrazados/as. A primera hora se celebró un concurso de disfraces y se eligió a un ganador. He de decir que me esperaba Halloween como una festividad en la que todo el mundo elegía disfraces que daban miedo, como se hace en España. Sin embargo, me topé con cualquier tipo de disfraz como si fuera Carnaval. El concurso creo que lo ganó un compañero vestido de hot dog… Además, también hicimos actividades especiales como ver películas o resolver acertijos.
Por la tarde, ya con mi host family, fuimos trunk-or-treating que organizaba su iglesia. Parece ser que, en los últimos años, en lugar de realizar el mítico trick-or-treat –en el que los niños/as van de casa en casa pidiendo chuches–, se ha popularizado el ir con un coche a un aparcamiento y que los niños/as vayan pasando por cada maletero donde hay todo tipo de dulces. Dicen que es para prevenir secuestros y controlar a la persona que entrega las chuches al niño/a. Conseguimos un montón de caramelos y estuvo bien porque pudimos socializar con mucha gente.
Una de las razones por las que no celebramos Halloween muy a lo grande es porque dentro de dos días nos íbamos de vacaciones y teníamos que preparar las maletas. Fuimos a… ¡Florida! Mi host dad tenía un congreso en Key West, Cayo Hueso. Es una isla al sur de Florida conectada a muchas otras por una carretera con vistas al agua cristalina del Golfo de México. Estuvimos en un hotel durante cuatro días y genial (bueno, más o menos). Unos atardeceres preciosos y fuimos también a la playa y a la piscina. Era un sitio lleno de vegetación con gente de un montón de países.
Pasaron esos cuatro días de “relax” –bueno, no sé si realmente llamarlo relax al viajar con una bebé de apenas un año– y nos dirigimos otra vez hacia el norte. Esta vez con destino a Orlando. El plan original era coger un crucero allí que nos llevase por el mar hasta llegar a Las Bahamas. Y digo “original” porque al final esto no sucedió. Por un error en temas de vacunación contral el COVID no nos dejaron embarcar. Estábamos muy tristes, aunque, sinceramente, no nos sorprendió después de unas vacaciones que no estaban saliendo como esperábamos. Para empezar, justamente un día antes de viajar en avión, Lizzie, mi host sister de un año, cogió una infección de oído que obviamente no fue a mejor durante las vacaciones. No dejaba de llorar por las noches y, como he dicho antes, no fueron del todo vacaciones de relax. Podemos decir que fue peor el remedio que la enfermedad y es que le recetaron antibióticos que sí que mejoraron la infección de oído, pero que causaron otro nuevo problema… ¡Diarrea! Fue todo cuestión de mala suerte…
Entonces, en lugar del crucero fallido, se nos ocurrió que ya que estábamos en Orlando teníamos que ir sí o sí a uno de los parques temáticos que hay allí. Decidimos ir a Universal Studios pues les encanta Harry Potter y la verdad que no defraudó nuestras expectativas. ¡Fue alucinante! La réplica del castillo de Hogwarts, las atracciones, el mítico tren Hogwarts Express, Diagon Alley… ¡todo era impresionante!
Es evidente que este viaje nunca lo olvidaré tanto por sus malos como por sus geniales momentos. Puede parecer de risa todo, pero la verdad que al final estábamos deseando ya llegar a casa después de un viaje que, al fin y al cabo, lo describiré como “divertido”.
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